Mortera
Aquí me encuentro, aquí sigo. En mí se muelen los granos picantes y picunches del Puangue donde me desenterraron. Desde el inicio de los tiempos se molieron en mí los granos y la sangre: lo mío fue moler morder mortar abortar las semillas para la sobrevivencia. Aquí mismo: en mi panza de piedra. En mi cuerpo excepcional. En mi cuerpo vaciado de mujer originaria: abierto por arriba y por abajo para ser exhibido como lo fueron todos nuestros cuerpos. Aquí sigo, pues, precaria y precolombina pero poderosa, moliendo desde lo más profundo de la entraña, abierta, toda yo, con los labios enteros rotos, aullando, aquí, mi ojo izquierdo herido como todos nuestros ojos.