En la costa andina de lo que hoy es Ecuador y Perú, se desarrollaron variadas culturas precolombinas que exploraron diversas posibilidades de diseño constructivo para integrar silbatos en los contenedores de cerámica que fabricaban. En algunos casos, estos diseños permiten que se generen pequeñas cámaras de aire dentro de las piezas alfareras, la mayoría con la forma de botellas. El aire ahí almacenado se desplaza al mover o mecer estos contenedores, generando que se activen los silbatos sin que necesariamente exista una persona que este soplando a través de su gollete. Esto producía un efecto mágico, que la pieza ‘cantara’ junto con los líquidos contenidos y los seres representados en ella.

Esta botella moche tiene la forma de un felino que lleva un roedor en su boca. En la cabeza del felino se esconde una cámara de aire y también un silbato. Es muy difícil conocer cuál habría sido la función de este tipo de piezas entre las sociedades del pasado. Sin embargo, sabemos por las actuales comunidades indígenas americanas que muchas veces las cosas son entendidas como seres vivos con capacidad de acción y también que los sonidos son parte importante de los ritos y ceremonias que permiten establecer conexión con las divinidades que habitan en el entorno. Podemos así imaginar cuán poderosas pueden haber sido estas piezas con sus representaciones y sonidos, probablemente propiciando y condensando deseos sobre los líquidos que cobijaron sus cuerpos cerámicos.