En los rituales de la cultura Chavín se vivía una experiencia aterradora y potente: aparecían seres terribles con fauces de felino y garras de aves rapaces. Llevaban colmillos y bocas en su cuerpo. Podían decapitar y devorar. En ellos, todo era estremecedor. A veces, estos seres eran los oficiantes de los rituales, transformados mediante el trance chamánico. En sus mutaciones, tenían la experiencia de ver la realidad desde distintas perspectivas. Siendo diversos animales a la vez, exhibían su poder sobre la vida y la muerte.