Este gran vaso de cerámica representa al Hombre-Lagarto, imagen que aparece desde muy antiguo en las tierras de la Gran Nicoya, en Costa Rica. Es un ser híbrido, sus brazos están hermosamente decorados y lleva un collar de plumas y cuentas que rodean su rostro, dándole un marco de autoridad. Su cabeza es una sonaja y es posible que su sonido siseante fuera usado durante los rituales que inducían a la transformación, pues en esta copa se bebían los líquidos que llevaban al trance chamánico.