Esta escultura representa a un perro de pie en sus
cuatro patas, con su cabeza y cola elevadas, mostrando
un porte majestuoso. La escultura es hueca y ha sido
cuidadosamente modelada en arcilla, luego pintada
con un colorante rojo y pulida para darle un acabado
perfecto.
La figura es de un perro nativo macho, conocido
como tlalchichi en lengua náhuatl, que se traduce
como “perro de piso” debido a sus patas cortas. Tiene
características únicas, como un cuerpo rechoncho,
hocico afilado, ojos prominentes y piel gruesa.
Los perros tenían un papel significativo en la vida
cotidiana, el arte, y las creencias en las culturas
precolombinas de México. Era común encontrar figuras
similares a esta en las tumbas de personas prominentes
de la cultura Colima, ya que se creía que estos perros
acompañaban y protegían al difunto en su travesía hacia
la otra vida.
Esta escultura, en particular, podría haber servido a ese
propósito, actuando como un guardián para alguien
que había fallecido. Su representación y su cuidadosa
manufactura reflejan la importancia cultural de estos
animales en una época y lugar muy distintos al nuestro.
Es un recordatorio de cómo la historia y las creencias
pueden ser capturadas en el arte y ofrecen una ventana
a un pasado fascinante.