En la cultura Moche, el acto de beber podía tener un carácter sagrado cuando era parte de ceremoniales. Como en este bastón o cetro de mando de metal que lleva en su tope a dos seres híbridos, mitad humano mitad animal que están brindando con sus copas. ¿Lo habrán hecho después de realizar una ofrenda ritual o, tal vez, un sacrificio humano?

En algunas imágenes, como las que están presentes en una pintura mural del templo Moche de Pañamarca, en la costa de Perú, se aprecian escenas de sacrificios humanos que acaban en libaciones con vasos similares a las de este cetro, realizadas por seres con atributos extraordinarios que los estudiosos del tema interpretan como sacerdotes u oficiantes de carácter mítico.

En esta cabeza de cetro vemos a dos personajes populares de la mitología mochica: de pie, alzando una copa a la altura de su pecho, se encuentra Cara Arrugada (también llamado Ai Apaec), que lleva un complejo tocado, enormes orejeras y un cinturón de serpientes; su boca con grandes colmillos muestra un rostro feroz e intimidante. Frente a él, está Iguana con un tocado en forma de medialuna, bebiendo de las copas en un gesto de confianza y camaradería.

Cara Arrugada lleva en su espalda una pequeña figura humana, como si cargara un bebé. Él es un ancestro divino, un ser que vincula a los gobernantes mochicas con su origen y linaje sagrado, y que también asegura su nacimiento.

A Iguana y Cara Arrugada generalmente se les presenta juntos, luchando contra monstruosos seres marinos, o encabezando ceremonias fúnebres, presidiendo sacrificios humanos, o celebrando la vida y la muerte.

El acto de beber, en este caso, estaría asociado a los ciclos de la vida y la muerte. ¿Beben chicha? ¿Beben sangre? Posiblemente no lo sabremos nunca.