Esta escultura humana está tallada en un solo bloque de piedra volcánica, representando a una figura sentada, con las rodillas dobladas hacia el pecho, en una pose relajada y meditativa. La figura lleva en su mano un objeto que podría ser una flauta. Se le interpreta como un chamán o sukíe, término utilizado en los pueblos originarios de Costa Rica para referirse a los curanderos.

Este personaje, en su actitud hierática, simboliza las prácticas chamánicas, comunes en varias culturas precolombinas de la región. A través de posturas específicas, el uso de tabaco o plantas visionarias y la música, los chamanes realizaban viajes extáticos para acceder a otros mundos y comunicarse con los espíritus. Estas prácticas eran esenciales para sus rituales propiciatorios y terapéuticos, buscando el bienestar y la armonía de su comunidad.