Este gorro, confeccionado con fibra de camélido teñido y tejido con nudos en intrincados diseños y colores, es una representación notable de la cultura y la tradición de Tiwanaku de Bolivia, cuyas influencias culturales alcanzaron al norte de Chile y el sur de Perú.

Tejido desde el centro de su cubierta superior, el gorro es un objeto lleno de formas, diseños y sutiles detalles, destacando en su complejidad con más de diez colores diferentes. Probablemente fue una prenda llevada únicamente por personas de la clase dirigente o de alto estatus social y político. Las puntas en el tope de su cubierta se cree que aluden a las orejas de un felino, un poderoso animal en las creencias de esta cultura.

Estos gorros de cuatro puntas eran comunes en la población vinculada a Tiwanaku en sus territorios de influencia y variaban en diseño y color. Algunos eran multicolores con diseños figurativos y abstractos, mientras que otros eran monocromáticos, generalmente en azul o café. Se piensa que los más vistosos eran usados por la élite, y los más simples por individuos de menor estatus social.

La cultura de Tiwanaku, que se desarrolló entre 200 a 1200 d.C., fue una de las sociedades preinkaicas más influyentes en los Andes. Con su centro en el lago Titicaca, en Bolivia, y con su influencia en regiones cercanas de Perú y Chile, especialmente, en Arica y San Pedro de Atacama, Tiwanaku es conocida por su complejidad cultural y sus avanzadas habilidades en diversas artesanías, como cerámica, metalurgia, arquitectura y textilería.

La persistencia del uso de estos gorros incluso después del término de la influencia de Tiwanaku en estas regiones andinas, es testimonio del impacto duradero y la importancia cultural de estos objetos en las posteriores sociedades. Además de su atractivo estético, este gorro es un símbolo del prestigio social, una ventana a la vida y los valores de una época y lugar significativos en la historia andina.