En el devenir poético de memorias entramadas por archivos y performances, nos convertimos en sombras casi imperceptibles, entrelazadas con los seres no-humanos, en cuerpos aquietados y cansados, pero que persisten firmes en la búsqueda de la Verdad. A 100 años de la Masacre de Napalpí (Argentina) nunca dejaron de resonar los buitres,los disparos, los caballos, los aviones, el filo de los machetes y la sangre derramada que, con gritos ahogados, sigue esparciéndose en la tierra.