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Este vaso forma parte de una tradición de cerámica conocida como “Plumbate” (o cerámica plomiza) que se desarrolló en la región fronteriza de México y Guatemala. Las vasijas de este estilo fueron sumamente apreciadas como bien de intercambio, especialmente por el imperio Tolteca, cuya capital Tula, en el altiplano mexicano, distaba 1000 kilómetros del lugar de origen de esta cerámica. Existen dos tradiciones en la cerámica Plumbate: una del Clásico Tardío, llamada de San Juan y la otra del Posclásico Temprano, denominada de Tohil, a la que corresponde esta pieza.

La superficie del vaso es lisa, de colores anaranjados y grises de lustre metálico y está decorada con tres motivos lineales verticales, grabados con posterioridad a la cocción, que se interpretan como plumas de la cola del ave quetzal. La cerámica Plumbate destaca entre las tecnologías alfareras precolombinas por ser la única que se acerca en su acabado o terminación a la cerámica esmaltada o vidriada del Viejo Mundo. El engobe que recubre su superficie está compuesto de finas partículas de arcilla, con un alto contenido de fierro y aluminio, presentes también en la mayoría de los engobes que se utilizan en este tipo de cerámica. Además, incluye trazas de otros elementos fundentes, principalmente plomo (un componente enérgico y base de los antiguos esmaltes de cocción en baja temperatura), zinc, sodio y potasio (fundentes importantes en la fabricación de esmaltes y vidrio) y cromo y cobre, que son los óxidos responsables de las tonalidades grisáceas y verdosas de la superficie de esta cerámica.

El tipo de cocción al que se someten estas vasijas es fundamental para lograr el Plumbate. Mesoamérica es el único lugar de América precolombina donde se han encontrado evidencias arqueológicas de hornos que permitían alcanzar las altas temperaturas requeridas para fundir o vitrificar los componentes de los engobes de las piezas cerámicas. Los cambios de colorido en la superficie de este vaso indican que la pieza fue quemada en un horno con atmósfera mixta. En aquellas zonas donde hubo oxidación, es decir, entrada de oxígeno, el hierro del engobe se tornó rojizo y donde las llamas del fuego fueron más directas, hubo reducción del hierro, generando las manchas más oscuras y de aspecto metalizado.

Para saber más
Fuentes bibliográficas

Castillo N., M., 2015. Plumbate y su consumo como marcador social en el Soconusco.  Mexicon 37 (4): 91-100. JSTOR: www.jstor.org/stable/44739158. Accessed 18 May 2020

Ladrón de Guevara, S., 1994. Hornos cerámicos en América Precolombina. La Palabra y el Hombre, abril-junio, no.90, p. 141-159. https://cdigital.uv.mx/bitstream/handle/123456789/1224/199490P141.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Neff, H., 2004. Producción y distribución de la cerámica Plumbate: resultados de un estudio de procedencia de la pasta y el engobe usados en una famosa mercadería de intercambio mesoamericana. FAMSIhttp://www.famsi.org/reports/98061es/98061esNeff01.pdf

Texto: Área Colecciones y Registro, MChAP.