Durante la década de 1970, Sergio Larrain García-Moreno va tomando conciencia de la importancia que ha adquirido su colección y de la urgencia de preocuparse por su mantención íntegra y permanente, con un resguardo institucional más allá de las contingencias. Entonces, inicia conversaciones con entidades universitarias y estatales con la intención de hacer una donación para que la colección se exhiba, se conserve y acreciente. Después de algunos intentos, encuentra una respuesta entusiasta en el Alcalde de Santiago, Patricio Mekis, quien acoge la idea y comienza a trabajar para encontrar un inmueble que cobije a la institución.
Paralelamente, Sergio Larrain encarga al abogado Julio Philippi I. un modelo legal que sirviera para dar nacimiento a una institución estable, que cautelara los objetos, velara por su integridad y les diera un destino bajo las orientaciones y principios fundadores. Surge de este modo la Fundación Familia Larrain Echenique, bautizada así como una forma de manifestar que eran sus herederos, y no el mismo coleccionista, quienes hacían donación de las colecciones para crear y mantener un museo orientado a su cuidado, estudio y difusión.
De esta manera, mediante un convenio entre la Fundación y la Ilustre Municipalidad de Santiago, quien aporta el edificio y los gastos generales de administración, en diciembre de 1981 abre sus puertas al público el Museo Chileno de Arte Precolombino.
El arquitecto chileno Sergio Larraín García-Moreno, que introdujo la vanguardia en el urbanismo de Santiago, estudió en Europa en su juventud y durante su retorno a las tierras americanas recorrió este continente. Quedó maravillado por su variedad de paisajes: la impenetrable y húmeda selva amazónica; los áridos desiertos y los bosques lluviosos; el litoral frío del Pacífico y las cálidas aguas atlánticas. Pero fue la diversidad cultural lo que provocó su mayor sorpresa. A pesar de la invasión europea, las culturas aborígenes herederas del espléndido pasado americano no habían desaparecido. Quedó atónito al constatar que parte importante de la agricultura mundial gira en torno al maíz y la papa,cultivos producidos y legados por los indígenas de América a la humanidad; que los antiguos olmecas, hace 3.000 años, dominaban conceptos matemáticos abstractos como el cero, que habían iniciado el conocimiento de la astronomía y un sistema de escritura.
Pero más allá de todo aquello, Sergio Larraín, con su formación estética, sintió que en el arte de estos pueblos existía un mensaje perdido que nosotros debíamos descifrar. Un mensaje de humanidad, de singularidad cultural que debía ser rescatado.
Fue en esa época cuando nació en él una verdadera pasión por comprender a estas culturas y comienza a coleccionar sus obras de arte. Durante 50 años, seleccionó los más variados objetos precolombinos, básicamente con un criterio : que su calidad estética provocara una emoción similar a la descrita por Durero cuando vió una joya mexicana en la corte de Flandes y maravilló su corazón. Así fue como logró reunir un selecto conjunto de piezas de excepcional calidad, cuya variedad representaba el arte propiamente americano. No fueron los complejos conocimientos técnicos ni las heterogéneas economías aborígenes lo que atrajeron su afán de coleccionista, sino aquel mensaje mucho más profundo y hermético surgido desde el arte.
Don Sergio Larraín García-Moreno murió el 27 de junio de 1999.
El Museo funciona en una de las más importantes edificaciones de la Colonia. De estilo neoclásico, fue construido en 1805 para albergar al Palacio de la Real Aduana durante la administración colonial.
Ubicado a una cuadra de la Plaza de Armas, el sitio en que se emplaza este edificio, sin embargo, ha ocupado siempre un lugar importante en la historia de nuestra ciudad y el país en general. Este solar fue concedido en 1555 al primer corregidor de Santiago, don Juan de Cuevas, quien instala aquí su casa habitación. En 1635 la Compañía de Jesús instala aquí el real Colegio Convictorio de San Francisco Javier, después Convictorio Carolino de Nobles.
Posteriormente, el Gobernador Luis Muñoz de Guzmán ordena que en este mismo lugar se edifique el Palacio de la Real Aduana y encarga su ejecución al ingeniero militar don José María de Atero, quien lo construye entre los años 1805 y 1807. Esta edificación, declarada Monumento Nacional y sede del Museo Chileno de Arte Precolombino, es del más puro estilo neoclásico, sobre planos de Joaquín Toesca, arquitecto italiano a quien se había encargado antes el Palacio de la Moneda, entre otros.
Durante la República fue ocupada por la Biblioteca Nacional. A partir de 1845 se transforma en sede de los Tribunales de Justicia, hasta que en 1968 un gran incendio destruye totalmente sus instalaciones y archivos. Durante la década de 1980 y mediante sucesivas obras de restauración, el Palacio de la Aduana es reconstruido y habilitado íntegramente, destinándose todas sus instalaciones al uso del Museo.
El edificio del Museo from Museo Precolombino on Vimeo.
Presidente:
Carlos Aldunate del Solar
Secretaria:
Clara Budnik Sinay
Tesorera:
Eloisa Cruz Elton
Consejeros:
Alcaldesa de Santiago, Irací Hassler Jacob
Rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi Véjar
Rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Ignacio Sánchez Díaz
Subsecretario del Patrimonio Cultural del Ministerio de las Artes, las Culturas y el Patrimonio, Emilio de la Cerda
Presidente de la Academia Chilena de la Historia, Joaquín Fermandois Huerta,
Francisco Mena Larraín.
Consejeros Honorarios:
Lucas Sierra Iribarren
Hno. Bernardo Álvarez Gutiérrez
María Luisa del Río de Edwards
Juan Manuel Santa Cruz
Directora
Cecilia Puga
Conservadora
Pilar Alliende
Curaduría
Felipe Armstrong
Carole Sinclaire
Claudio Alvarado Lincopi
Administración
Paula Abarca
Comunicaciones y Públicos
Andrea Fresard
Valentina Collao
Pamela Romero
Juan Américo Pastenes
Mauricio Troncoso
Educación
Rebeca Assael
Gabriela Acuña
Patricio Weiler
Alvaro Ojalvo
Patrimonio Inmaterial
Claudio Mercado
Operaciones
Rodrigo Alfaro
Conservación y Restauración
Luis Solar
Registro
Varinia Varela
Biblioteca
Marcela Enríquez
Proyecto Catálogo Razonado
Cristian Vargas Paillahueque
Contadora
Erika Doering
Anfitrionas
Evelyn Bello
Marcela Millas
Isidora Cartes
Oficina de Partes
Carolina Florez
Mantención
Guillermo Esquivel
Sergio Briceño
El Museo Chileno de Arte Precolombino es un espacio vivo, abierto y diverso. Un Museo que integra y escucha, una América sin fronteras reflejada en cada una de las piezas de la colección, que representan a más de cincuenta culturas precolombinas y pueblos originarios en dos muestras permanentes: América Precolombina en el Arte y Chile antes de Chile. Contamos con una colección de más de diez mil obras de arte de toda América y programamos exposiciones temporales y una nutrida agenda de actividades de extensión en las que se fomenta especialmente el vínculo con niñas y niños, a través de un programa educativo integral en el que recibimos gratuitamente cerca de veinte mil escolares cada año. De igual forma, en la línea de la estimulación del conocimiento, contamos con una Biblioteca de acceso público con una colección de más de quince mil libros y el Archivo Audiovisual más importante de América.
Con dos tercios del financiamiento de gastos ordinarios provenientes del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio y la Municipalidad de Santiago y el otro tercio correspondiente a recursos generados por el propio Museo, poseemos un modelo de gestión que demuestra el éxito de las alianzas entre el Estado e instituciones privadas con fines públicos. El monto total recaudado financia los gastos básicos de mantención del Museo, que lamentablemente no se pueden conseguir por otras vías. Se trata de la base de la sustentabilidad de la institución, a través de la cual el Museo recauda fondos privados para exhibiciones, investigaciones y publicaciones.
El Museo abre sus puertas el 10 de diciembre de 1981 gracias al apoyo fundacional de la Municipalidad de Santiago, que aporta un tercio del financiamiento anual y el edificio en comodato – declarado Monumento Histórico en 1969 -. El inmueble fue entregado en 1980 con el 100% de sus instalaciones inutilizables debido a un incendio sufrido previamente. Ante esto, durante la misma década y con fondos municipales, el equipo del Museo asumió el desafío de recuperar ese espacio y restaurarlo para hacer de él un lugar al servicio de las personas, fortaleciendo el orgullo que debemos sentir por el patrimonio arquitectónico y convirtiéndose en una atracción para el público y los turistas. Es en ese sentido que en el año 2011 el Museo Precolombino cierra sus puertas para dar inicio a uno de los desafíos más significativos de su historia: la ampliación de sus dependencias y la restauración del edificio. Este proyecto, financiado con 17 millones de dólares aportados por Minera Escondida, permitió ampliar el Museo en 1.800m2 con dos pisos subterráneos, en los cuales se alojan la nueva exposición permanente Chile antes de Chile y el Área de Colecciones. Hoy la ciudadanía puede disfrutar de un inmueble que une en su interior la arquitectura neoclásica con la contemporánea, en una propuesta desarrollada por Smiljan Radic, uno de los arquitectos chilenos más importantes del mundo.
Entendiendo que el acceso a la cultura es un derecho humano, hemos atendido las demandas de la sociedad generando múltiples instancias de gratuidad: entrada liberada para adultos mayores locales, entrada liberada a menores de 10 años, a personas pertenecientes a los pueblos originarios, a socios del Club Barrio Santiago, a funcionarios de la Municipalidad de Santiago, a trabajadores de museos públicos y privados, a periodistas acreditados, a profesores del sistema educacional formal y académicos de universidades chilenas, entrada y visitas mediadas a estudiantes de enseñanza básica y media junto a sus profesores, acceso liberado a la Sala ZIM de la Fundación Mustakis, entrada liberada al Museo el primer domingo de cada mes; además de las actividades gratuitas de extensión: charlas, encuentros especiales y ciclos de cine. Todas estas vías han permitido que el 40% de los visitantes anuales al Museo ingresen de forma liberada.
Parte del espíritu de la institución se ve reflejado en el compromiso con los diversos públicos y la transformación del museo en un espacio educativo continuo no sólo para los estudiantes y profesores, sino para la comunidad en general, a través de experiencias de aprendizaje en un contexto único y distinto de la sala de clases y del día a día. Uno de los resultados más significativos se encuentra en el vínculo generado con los profesores de la Región Metropolitana, al involucrarnos en el currículo escolar. Gracias al Programa América Precolombina: Formación Docente en Interculturalidad, somos un apoyo a la formación inicial y continua de los profesores, porque creemos que tenemos una responsabilidad social que cumplir, entendiendo la diversidad cultural presente en el Chile actual.
El trabajo a nivel comunal ha permitido un importante lazo con las oficinas de Infancia, Pueblos Indígenas y Adulto Mayor de la Municipalidad de Santiago, que ha impulsado la creación de una programación de actividades abiertas al público que es contingente y que comprende la diversidad de las personas y sus intereses, poniéndolos en sintonía con los contenidos del Museo y haciéndolos parte de nuestro quehacer.
La confianza de la ciudadanía en el Museo también se ve reflejada en el aumento de la colección. Lo que comenzó con una donación inicial de mil piezas entregadas por el fundador y filántropo Sergio Larraín García-Moreno, hoy en día llega a diez mil doscientas piezas de un incalculable valor, representativas de todo el continente americano. Esta entrega voluntaria demuestra cómo las personas consideran que el Museo Precolombino es el mejor lugar para el resguardo, investigación, conservación, divulgación y contacto entre el arte y la sociedad.
Chile, Santiago y el Museo Precolombino albergan la raíz, riqueza y diversidad de nuestra historia. Los invitamos a redescubrir esta geografía sin límites donde todas y todos son bienvenidos.
Museo Chileno de Arte Precolombino, el corazón de América.
Agradecemos sinceramente a cada uno de nuestros colaboradores a lo largo de estos años por su trabajo en el registro y documentación de las colecciones:
Américo Bartolomé, Paula Baz, Isabel Cerón, Pablo Concha, Rodrigo Covacevich, Claudia del Fierro, Alfonso Donoso, Marcelo Durán, Valeria Hevia, Daniela Jara, Anita Lavín, Paulina Leal, Claudio Mercado, Carolina Odone, Zoltan Paulinyi, Cesar Pavez, José Pérez de Arce, Sandra Rebolledo, Küyen Riquelme, María Eugenia Ruiz, Texia San Martín, Cecilia Uribe, Gisele Villacorta- Murcia, María Paz Zavala, Gabriela Zúñiga, entre otros muchos que han aportado con sus conocimientos y trabajo.