En 2019, el gobierno brasileño coordinó la mayor y más arriesgada expedición de las últimas décadas en la selva amazónica para buscar a un grupo de indígenas aislados en situación de vulnerabilidad y promover su primer contacto con no indígenas. Bruno Pereira, que más tarde sería asesinado en la misma región y se convertiría en un símbolo internacional a favor de los indígenas y la selva, lidera la expedición.