Cuatro años después del asesinato del activista indígena Jerhy Rivera, su ausencia persiste como una herida abierta en el corazón de su familia, el pueblo indígena Bröran, y en las comunidades nativas de Costa Rica. Atormentado por la muerte de un hombre que nunca conoció, el cineasta John Ortiz se sumerge en el pueblo natal de Jerhy, reconstruyendo su legado y descubriendo la lucha de los Bröran por recuperar sus tierras ancestrales de manos de colonos ilegales.