Denunciar la impunidad y violencia sistemática que ha quitado —y sigue quitando, bajo la indiferencia del Estado— la vida de miles de dirigentes indígenas del Amazonas peruano que defendieron sus territorios y comunidades, es darles nombre y rostro a su sacrificio y resistencia. Visibilizar estos crímenes perpetrados por el narcotráfico, la minería ilegal, el tráfico de tierras, la deforestación y otras formas de despojo territorial es más que una manera de recordarlos, es crear una memoria viva que interpela y exige que sus luchas y vidas no sean olvidadas y abandonadas.