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El deporte y los juegos en la América precolombina

Para darle la bienvenida a la temporada de Panamericanos y Parapanamericanos en nuestro país, hoy te presentamos diversos juegos que formaron y forman parte de la vida cotidiana, ritual y simbólica de diversos territorios de América, desde los mayas en México hasta los Selk’nam en el extremo sur.

Por Diego Artigas, arqueólogo y curador educativo del Museo Chileno de Arte Precolombino

El deporte y los juegos en la América precolombina
Pieza Jugador de Pelota. © Museo Chileno de Arte Precolombino

En la América precolombina, los juegos y las actividades físicas eran una parte esencial de la vida cotidiana de las diversas culturas que habitaban el continente antes de la llegada de los europeos. Estos deportes cumplían diversas funciones, tales como el entretenimiento, la competencia, la formación de alianzas entre comunidades, la resolución de conflictos, el desarrollo de habilidades físicas y mentales y el entrenamiento para la guerra. Algunas de estas actividades eran sólo entretenimientos o eventos lúdicos, pero otras eran actividades masivas, que generaban gran interés y participación. En síntesis, la actividad física y el deporte estaban muy presentes en la vida social de las comunidades prehispánicas.

El deporte y los juegos en la América precolombina
Escultura representando juegos Mesoamericanos en Chiapas, Mexico. © Simon Burchell

El juego de pelota Mesoamericano

Uno de los deportes más reconocidos en la América precolombina es el juego de pelota mesoamericano, también llamado “tlachtli” en náhuatl o “pok-ta-pok” en maya. Se originó hace más de 3700 años en la costa del golfo de México y se convirtió en uno de los pilares de las comunidades urbanas mesoamericanas. El juego consiste en golpear una pelota de caucho sólido con diferentes partes del cuerpo para pasarla a través de un anillo de piedra ubicado a cierta altura en la cancha. Estaba prohibido golpearla con los pies o con las manos. El Juego de Pelota poseía un simbolismo muy específico, vinculado a la muerte y a la regeneración de la vida, asimilando el rebote de la pelota con el movimiento permanente del sol. Este deporte tenía una importante función ritual y política en las comunidades, y algunos investigadores han planteado que sirvió como un espacio para la expresión de una política carismática, en donde los linajes gobernantes legitimaban su poder. En el libro sagrado del Popol Vuh, de la tradición maya Quiché, gran parte del relato que legitima el poder de los dioses está vinculado a la historia de cómo se recupera el Juego de Pelota que había sido arrebatado por los señores del inframundo, entregando a las elites la capacidad de tener un poder sobre la vida y la muerte.

El deporte y los juegos en la América precolombina
Cancha de Juego de Pelota en Copan © Adalberto Vega

Para más información

Mayans, Carme. 2020. Descubrimiento sobre el origen del juego de pelota en Mesoamérica. En National Geographic en Español. https://historia.nationalgeographic.com.es/a/descubrimiento-sobre-origen-juego-pelota-mesoamerica_15179

Santillán, María Luisa. 2018. Juego de Pelota, una tradición mesoamericana. En https://ciencia.unam.mx/leer/764/juego-de-pelota-una-tradicion-mesoamericana-

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Juego del Tchung-kee (Chunkey). © Smithsonian American Art Museum

El Chunkey en el Mississippi

Otro deporte practicado en la América precolombina fue el Chunkey, jugado por los pueblos originarios del sudeste de Estados Unidos, vinculados a los desarrollos culturales de Mississippi, en particular Cahokia, posiblemente uno de los asentamientos más grandes del territorio norteamericano precolombino. Había variaciones en sus reglas, dependiendo de las culturas que lo jugaran, pero la premisa básica era que un jugador hacía rodar un “chunkey”, que era un disco de piedra de unos 20 cm de diámetro, a través de un campo nivelado y apisonado. Luego, uno o varios jugadores del lado contrario arrojaban palos a la piedra con el objetivo de acercarse lo más posible o tocar la piedra una vez que dejara de rodar. El objetivo era adivinar el lugar donde el “chunkey” se detendría, y el jugador que lo lograba ganaba puntos. Los discos de piedra requerían tiempo para fabricarse, se consideraban valiosos y, a menudo, eran propiedad comunal de una aldea.  Este juego a veces era un divertimento local, pero en algunas ocasiones congregaban una enorme cantidad de personas conformando verdaderos torneos que atraían a comunidades de lugares muy lejanos, convirtiéndose en verdaderos espectáculos. La gente hacía apuestas acerca de los equipos vencedores y a veces los resultados tenían finales dramáticos.

El deporte y los juegos en la América precolombina
Piedra Chunkey © Art institute of Chicago

Para más información

Kaktins, Mara. 2019 . When Games are Serious Business: Chunkey. En  https://livesandlegaciesblog.org/2019/10/17/when-games-are-serious-business-chunkey/

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Escultura jugador de Palin de Nicanor Plaza águila, en Museo Nacional de Bellas Artes. © Paula Lopez

El juego de la chueca o Palín entre los Mapuche

Entre los mapuches del sur de Chile y Argentina existen diversos deportes, pero el más importante es el Palitun o Palin (chueca). Este deporte se juega en dos equipos opuestos, cuyos jugadores, con un bastón de alrededor de 1.30 m., intentan hacer llegar una pelota hasta el límite del campo opuesto. La cancha (Paliwe) puede medir más de 100 metros de largo, y se establece a partir de una línea central, en cuyos lados, enfrentados, se ubican los equipos rivales. La pelota se coloca en el centro de la cancha, y el juego consiste en llevar, a través de golpes con palos, la pelota a la meta del equipo contrario. El deporte requiere destrezas en carreras pero también en lucha, y algunos jugadores terminaban sangrando o heridos debido a los fuertes golpes. Tradicionalmente se practica por mujeres y hombres, y constituye un acontecimiento social importante. Hacia los siglos XVII y XVIII, fue uno de los deportes más populares del sur de Chile y Argentina. Servía para zanjar conflictos entre comunidades o personas, pero también podía y sigue siendo un evento social, congregando gran cantidad de gente. En 1763, el gobernador Antonio de Guill y Gonzaga dictó una ley que prohibió este deporte, siguiendo lo establecido por el Obispo Manuel de Alday y Aspée. Pero desde el año 2004 el Palín ha sido declarado deporte nacional de Chile. 

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El palín o juego de la chueca es una actividad tradicional mapuche. © Grabado de Alonso de Ovalle.

Para más información 

Ojeda, Hardy. 2017. EL PALITUN O CHUECA. Sistematización y difusión del conocimiento ancestral williche. Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Fondart Regional. Modalidad Pueblos Originarios. En https://kumunwilliche.cl/wp-content/uploads/2020/03/PALITUN.pdf

Museo Mapuche de Cañete. Palin: un encuentro espiritual, social y político. en https://www.museomapuchecanete.gob.cl/colecciones/palin-un-encuentro-espiritual-social-y-politico

Los juegos de competencia entre los Selk’nam

Antiguamente, para las familias Selk’nam era un orgullo que los hombres fueran hábiles en el manejo de las armas para cazar (arco y flecha), así como también que fueran aptos para las carreras y la lucha cuerpo a cuerpo. A quienes eran diestros en estas actividades físicas se les consideraba aptos para proteger con decisión el honor del grupo familiar. Estos son algunos de los deportes y actividades que realizaba este pueblo nómade de Tierra del Fuego.

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Competencia de lucha libre entre dos hombres Selk’nam. Fotografía de Martin Gusin

Tiro al blanco

Desde niños los Selk’nam practican el Tiro al blanco y las carreras, actividades que los entrenan para, cuando alcancen la adultez, sobrevivan siendo cazadores. Para practicar la caza con arco, los hombres hacen a los niños un aro de pasto bien atado, cuyo centro está cubierto por un cuero delgado. Este aro lo lanzaban por una colina abajo, imitando el relincho de un guanaco, y los niños intentan dar en el blanco mientras rueda.

Los ejercicios para entrenar el Tiro al blanco se realizan con una flecha inservible o sin punta. Esto, porque las puntas de vidrio o de piedra se consideran muy valiosas y suelen guardarse para evitar que se estas pierdan o estropeen, dado que es muy difícil manufacturar puntas y flechas de buena calidad, las que guardan para las actividades de caza. Asimismo, durante los entrenamientos, el blanco utilizado suele ser un trozo de cuero o un pájaro muerto (Gallardo, 1910: 344 – 343).

La lucha cuerpo a cuerpo

Las luchas se consideran divertimentos, aunque algunas veces las usan para solucionar enemistades. En este último caso, los participantes luchan con toda sus fuerzas para derrotar al adversario, y así generar su castigo. No obstante, la gran mayoría de las luchas de los Selk’nam solo tienen como objeto ser una actividad lúdica (Gallardo, 1910: 345). Así, el vencedor recibe como recompensa la satisfacción propia y el reconocimiento de su triunfo, puesto que quien sea vencedor se sentirá admirado y la comunidad alrededor hablará de su triunfo (Gallardo, 1910: 346).

Existen distintos tipos de luchas entre los Selk’nam: las de a dos personas, en donde no se dan de puños, pero sí cabezadas. En estas, muchas veces alguien puede fanfarronear, levantando los brazos y dando ventaja al adversario para que lo tome por abajo. Cuando dos personas son del mismo equipo y luchan entre sí, no se golpean, sino que solo se agarran, ensayando su fuerza y su habilidad.

Cuando luchan entre muchos individuos distribuidos en dos bandos, los hombres se ponen frente a frente apoyando su hombro derecho con el del contrincante, y las manos en las caderas del adversario. Detrás de cada uno de estos dos hombres y apoyando las manos sobre los glúteos se ponen tres, cuatro o más partidarios. La idea es hacer retroceder al enemigo empujándolo con toda la fuerza.

En estas actividades, los hombres luchan desnudos, ataviados sólo con su tocado triangular, llamado K’ochel. Las mujeres participaban como espectadoras en las luchas, pero nunca demuestran sus emociones frente a la actividad de la pelea.

Estos luchadores eran muy nobles al reconocer los buenos o malos movimientos. En caso de que algún luchador realizara una buena jugada, las personas, del bando que fuesen, reconocían con el grito de “bien hecho”. Pero cuando se hacía un movimiento que pudiera causar desaprobación, el público contrario callaba, mientras el público amigo sentenciaba “mal hecho”.

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Lucha cuerpo a cuerpo entre Selk’nam. Fotografía de Martin Gusin

Las carreras

Gallardo (1910) describe las carreras como una actividad donde se pone de manifiesto la resistencia y la velocidad. En su texto señala que los hombres más hábiles del grupo competían en largas distancias, las que, en ocasiones, podían ser de más de 10 kilómetros y donde podían rodear lagunas, subir cerros o montañas, considerando la ida hasta la cima y el retorno (Gallardo 1910: 347 – 348). Las carreras podían ser entre dos o más individuos y en ellas, y la única vestimenta y adorno de los corredores era su K’ochel (tocado triangular de piel de guanaco) con una pulsera de plumas poco más abajo del hombro. Para iniciar la carrera, los participantes dejaban caer sus capas de guanacos, por lo que corrían desnudos.

En libro “Los Indios de Tierra del Fuego: El Mundo Espiritual de los Selk’nam”, publicado en 1931 en Austria, Martín Gusinde señala una historia sobre un antepasado Selk’nam que realizó una carrera para probar su velocidad. Sakanusoyín era hijo de una guanaca y de un hombre, y por ello era extremadamente veloz. Era el mejor corredor, y por ello era el encargado de proveer de carne a su pueblo. Pero cada vez que salía a cazar un guanaco, Sakanusoyín lloraba, porque su madre misma era una guanaca. 

Entre los antepasados de los Selk’nam había otro corredor, Talilsusoyín, quien tenía celos del reconocimiento de Sakanusoyín como el corredor más veloz. Entonces ambos se enfrascaron en una competencia para probar su velocidad, corriendo junto a los rebaños de guanacos. Corrieron por muchos kilómetros al lado de las bestias, pero Talisiusoyín solo capturaba los guanacos del final del rebaño, mientras Sakanusoyín capturaba los del inicio del piño. Muchas veces repitieron la carrera, hasta que, exhausto, Talilsusoyín reconoció que Sakanusoyín era el más veloz, y en ese momento se acabaron sus rivalidades.

Pero los guanacos habían escaseado, y todos los antepasados le pedían a Sakanusoyín que matara a la última guanaca para poder alimentarse. Sakanusoyín se negaba, porque esa guanaca era su madre. Al final, su padre se acercó a él y le dijo: “Si no matas a esa guanaca, te matarán a ti. Tráele carne a esta gente”. Sakanusoryín lloró, pero hizo lo que le pidieron. Al final, corrió veloz tras esa guanaca, que era su madre, y la mató. Al poco tiempo murió él también. 

Mientras Sakanusoyín existía, ningún Selk’nam salía a cazar, puesto que era este gran corredor quien se encargaba de cazar los guanacos y traer el alimento. Pero cuando Sakanusoyín murió, los Selk’nam se vieron obligados a aprender el arte de la caza para subsistir. La pérdida de Sakanusoyín es recordada con gran tristeza por los Selk’nam, y su nombre vuelve a aparecer cada vez que alguien de la comunidad está de luto.

Para más información

Carlos Gallardo. 1910. Los Onas. Cabaut y Compañía Editores. Buenos Aires. En http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-8403.html

Martín Gusinde. 2008 (1931) El Mundo Espiritual de los Selk’nam – Martín Gusinde (Volumen I). en http://www.serindigena.org/archivosdigitales/libros/selknam_1_bibliotecavirtual.pdf

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