Las pacchas son contenedores de cerámica, metal, madera o piedra usados desde tiempos inkaicos, para hacer libaciones y ofrendas para las deidades y también para el consumo ritual de bebidas como la chicha, la cerveza andina. Sus formas, que son muy variadas, algunas son solo contenedores, otras representaciones de la naturaleza como animales y vegetales, pero todas juegan un rol simbólico importante en los actos de ofrendas realizados en torno a fiestas del calendario ritual andino. Este escurrir de agua, chicha o sangre a través de estos objetos se vincula con ciertos mitos y prácticas propiciatorias para asegurar las necesarias lluvias que fertilizan los campos y entregan prosperidad a la comunidad.

Algunas pacchas tienen variados canales y conductos. Las bebidas entran por un orificio y se vierten por otro. Ese es el caso de esta hermosa pieza Inka Colonial, en donde vemos un felino que muestra sus garras y que carga un cuenco sobre su lomo decorado con remaches de metal con imágenes de felinos y líneas de rombos. Los líquidos vertidos en este cuenco salen por un agujero que se conecta con la boca del animal, tras ello el agua cae sobre un pequeño espacio rectangular, para después recorrer una serie de canales en zigzag formados por cuatro rombos en hilera que sugieren los diseños de una venerada serpiente local. Al final, el sagrado líquido es recibido en otro espacio contenedor para salir vertido por un orificio en el extremo de la pieza.

Este recorrido de la bebida ritual, sin lugar a dudas, pasa por una serie de formas que condensan múltiples sentidos y simbologías que se vinculan con la cosmovisión de un pueblo y de los ritos asociados a los ciclos anuales de fertilidad.