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Camuflaje y resistencia femenina. La transformación del tupu en el mundo andino

Fotografía de portada: 3 tupus de la Colección del Museo Chileno de Arte Precolombino, cada cabeza alude a un ciclo distinto de las fases lunares. Crédito: Diego Argote

Una mujer de Mamahota (Potosí, Bolivia) utilizando su tupu para hilar (Tomado de: Hosmann, Elena. 1945. Ambiente de altiplano: fotos de Perú y Bolivia, tipos y costumbres populares, la nota colonial, el acento incaico y preincaico. Ediciones Peuser, Buenos Aires). 

Existe un conocido dicho boliviano que reza: “Cuando las mujeres sacan sus tupus, los hombres se hacen escasos” (Platt 1997). El tupu es la palabra quechua (phitu o phichi en aymara) para denominar el alfiler que sujeta el vestido y el chal característicos de la indumentaria femenina andina. El vestido femenino conocido como aqsu en quechua y anaco o urku en aymara consistía en una tela cuadrada o rectangular que envolvía el cuerpo. Dos tupus ajustaban ambos cantos superiores del atuendo, los cuales se atravesaban por encima de cada uno de los hombros. Un tercer alfiler se utilizaba para ajustar el chal a la altura del pecho.

Dos dibujos del artista boliviano Melchor María Mercado  que describen mujeres utilizando sus tupus para hilar, segunda mitad del siglo 19 (Tomado de: Mendoza, Gunnar. 1991. Melchor María Mercado – Album de paisajes, tipos humanos y costumbres de Bolivia: 1841-1869, Banco Central de Bolivia, Archivo Nacional de Bolivia, Biblioteca Nacional de Bolivia, La Paz)

Oficios femeninos asociados al tupu

Los usos de este tipo particular de alfiler de vestir se han documentado en sociedades que han habitado a lo largo de la cordillera de los Andes, desde los territorios colombianos hasta las áreas chilenas y argentinas (Vetter y Carcedo 2009). Asimismo, hallazgos de tupus en sitios arqueológicos a lo largo de las regiones andinas  evidencian las actividades femeninas (Gero 1992), como faenas de producción de la chicha o la elaboración de tejidos. Tras la invasión española, el tupu vuelve a ser una herramienta de identidad y autodefensa entre las mujeres. Una práctica que en muchas comunidades perdura hasta el presente como forma de resistencia. La elaboración de chicha fue una responsabilidad femenina en muchas comunidades del pasado y lo sigue siendo en la actualidad. Ejemplo de ello es el hallazgo de varios tupus o alfileres en el sitio Wari de Cerro Baúl (600-750 d.C), en el edificio conocido como “chichería” (Moseley et al. 2005). En este espacio, durante el proceso de elaboración de la cerveza, el líquido en ebullición podía generar altas temperaturas, provocando que las mujeres que trabajaban en estas chicherías se quitaran el chal para paliar el calor y tener más libertad de movimiento. Al quitar el chal, puede que hayan dejado accidentalmente algunos broches o tupus que ajustaban esta prenda . Otra hipótesis es que los dejaron intencionalmente, como parte de un ritual de abandono del sitio que incluía el sacrificio de una variedad de objetos.

Una botella de cerámica Wari (600-1000 d.C) en forma de una mujer llevando tupus con cabeza redonda (Museo Central, Banco Central de Reserva del Perú. No de Inventario: ACE-3089. Altura: 34 cm.)

Ciclos y poder en los tupu

El tupu se asocia con otra actividad femenina: el hilado. A través de dibujos y fotografías de los siglos XIX y XX que ilustran a mujeres hilanderas, sabemos que usaban la parte puntiaguda del broche o tupu para sostener el ovillo de lana. Además de acompañar estas escenas asociadas a roles femeninos, los tupus denotaban poder y estatus social. Así lo narra el cronista Martín de Murúa (1590), al describir la ceremonia de unión entre el Inca y la Coya, en donde el primero le regala varios tupus de oro que denotan el estatus de la máxima autoridad femenina del imperio Inca.

Dibujo de la septima coya (reina) Mama Machi con un tupu de oro (Tomado de: Murúa, Martín de. 2004 [1590]. Historia y genealogía de los reyes Incas del Perú del Padre Mercenario Fray Martín de Murúa. Códice Galvin, transcripción Juan Ossio. Testimonio Compañía Editorial, Madrid).

La forma de los tupu no es aleatoria: da cuenta de cosmovisiones y representaciones emblemáticas en el mundo andino. Así, por ejemplo, unas de las formas más comunes presentes en la cabeza del tupu (y que datan desde la época de los estados Wari y Tiwanaku (500-1100 d.C.)) son las circulares, semicircular y en abanico.  Investigaciones  sostienen que las formas de estos tupus tienen relación con los distintos ciclos de la luna; una entidad y divinidad femenina (Fernández 2015). Otras decoraciones y añadidos de tupus más tardíos muestran aspectos como la imagen del sol, la luna, así como los cuatro puntos cardinales. En esta amplia diversidad de formas y motivos iconográficos, los tupus aunaban información asociada tanto a la cosmovisión como a la vida cotidiana de quienes los creaban y usaron.

Un dibujo de Felipe Guaman Poma de Ayala (1615) que describe a la octava coya Mama Yunto Cayan con su tupu (p.  134). 

Camuflaje y resistenciaLa época colonial trajo profundos cambios en la vestimenta e indumentaria femenina del mundo andino. Estos quiebres –algunos forzados, otros voluntarios– llevaron a la transformación de las formas, decoraciones y funciones del tupu. La dominación española impuso sus propios códigos de vestuario entre las mujeres, lo cual se tradujo en modificaciones como hacerle costuras a las aberturas laterales que poseían sus vestidos, e incorporar el uso de faldas y mangas debajo del vestido (Phipps 2004). Estos cierres definitivos en ciertas secciones del vestuario implicó que ya no fuese necesario usar el tradicional broche o tupu para amarrar el vestido . La costura de las aberturas reemplazó, eventualmente, la necesidad de usar el broche. Sin embargo, con todas estas restricciones y censuras del código de vestir impuestas por los españoles, las mujeres andinas no abandonaron sus tupus, transformándolos, poco a poco, en un poderoso marcador de resistencia femenina e identidad cultural.

Tres tupus con cabeza que aluden a las fases lunares (Museo Chileno de Arte Precolombino). Credito: Diego Argote

Es justamente durante esta etapa que el tupu adquiere y renueva sus formas y usos: la cabeza del broche se agranda, adoptando la característica forma de joya colonial que cierra el chal. Un ejemplo meridional de esta modificación la encontramos en el tupu del chal mapuche, el cual durante el siglo XVIII toma una forma de un disco de gran tamaño (Campbell 2015).

Otros cambios notables del tupu o broche andino de este período son el reemplazo de su cabeza circular a la forma de una cuchara. Esto se explica, en parte, como una estrategia para disimular el uso del tupu, ya que tras la rebelión de Tupaq Amaru II (1780-1782) y posterior represión de los españoles en la región de los Andes Centrales, principalmente a las comunidades quechua, se prohibió la vestimenta andina y muy posiblemente el uso nativo del tupu (Esteras 1997). Las mujeres de estas sociedades encontraron en la cuchara una forma estratégica de camuflaje con un objeto aceptado por los españoles ya que las cucharas, en ese entonces, eran consideradas piezas de lujo. La semejanza entre la cuchara y la cabeza del tupu habría contribuido, también, a  esta fusión formal de ambos elementos. En esa línea, conocemos ejemplos que asemejan la tecnología de producción del tupu con accesorios vinculados al consumo de la coca, como pequeñas cucharas usadas para extraer la cal que acompañaba el masticado de coca (Vetter y Carcedo 2009).

Una pareja de tupus aymara con cabeza de cuchara, siglo 19/20 (Museo Chileno de Arte Precolombino, no. de inventario: 1584)

La selección de la forma de cuchara ubicada sobre el pecho femenino para disimular el origen indígena y andino del tupu, sugiere otra hipótesis. En diversas comunidades andinas del pasado, el cuerpo femenino se concibió bajo un doble régimen de fertilidad. Por una parte, la reproductiva, originada en la parte inferior del cuerpo, desde la vulva y/o vagina, por otra, la fertilidad nutritiva que emana de la parte superior, los senos. Esta percepción del cuerpo femenino (que posiblemente perduró hasta el siglo XVIII) podría explicar por qué las mujeres optaron por la forma de la cuchara –utensilio empleado para el consumo de alimentos– para colocarlo como adorno justamente en la zona del pecho. 

El camuflaje o transformación del tupu fue una de estas estrategias de resistencia entre las mujeres del mundo andino, transformando a este objeto de uso cotidiano del vestuario en marcador de identidad y resistencia femenina ante la dominación española.

Los tupus, así, son piezas que nos hablan de cómo la represión y prohibición de la conquista permeó diversos ámbitos de la vida cotidiana, como el vestuario de la mujer indígena, y a su vez, cómo ellas  se las ingeniaron y se apropiaron de aquel lenguaje europeizante para resignificarlo y permitir la subsistencia de estas marcas de identidad que perduran hasta el día de hoy. El camuflaje o transformación del tupu fue una de estas estrategias de resistencia entre las mujeres del mundo andino, transformando a este objeto de uso cotidiano del vestuario en marcador de identidad y resistencia femenina ante la dominación española.

A modo de cierre, dejamos un caso notable en donde el tupu encarna la resistencia femenina como forma de autodefensa. Se trata de la historia de Nicolasa Flores de Potosí (Bolivia), quien en 1827 empleó su tupu para enfrentar a su pareja, apuñalandolo en el pecho con su punta afilada, como respuesta a los actos de violencia que este ejercía en contra de ella. La escena, documentada en los tribunales andinos, pasó a la historia como el “topazo” (Platt 1997). Otra mujer andina en un acto de defensa lleva su tupu. Se trata de la heroína incaica Chañan Cori Coca que defendió su barrio del ataque de los enemigos chanca.  Una pintura colonial retrata a esta mujer en un acto de triunfo llevando un tupu dorado, un arma y la cabeza decapitada de su enemigo. Estas representaciones de actos de autodefensa y resistencia nos devuelven al refrán boliviano que da inicio a este artículo: “cuando las mujeres sacan sus tupus, los hombres se hacen escasos”.

Un cuadro Colonial del siglo 18 describiendo a Chañan Cori Coca en un acto de triunfo, notase el tupu dorado que porta la heroína. Museo Inka, Universidad Nacional San Antonio de Abad, Cusco (Tomado de: Purín, Sergio. 1991. Los Incas y el antiguo Perú: 3000 años de historia, Vol. II. Centro Cultural de la Villa de Madrid. Lunwerg, Barcelona).

En esta nueva conmemoración del Día de la Mujer, esperamos que ninguna mujer sea violentada o en necesidad de sacar su tupu para defenderse. Que la preservación del tupu manifieste, en cambio, una ocasión para celebrar la resistencia femenina y la persistencia de tantas otras creaciones de los pueblos indígenas que otorgaron y continúan forjando identidad a lo largo de milenios.

Referencias:

Campbell, Roberto. 2015. “Entre El Vergel y la Platería Mapuche: el trabajo de metales en la Araucanía poscontacto (1550-1850 d.C.).” Chungará, 47 (4): 621-644.

Esteras Martín, Cristina. 1997. Platería del Perú Virreinal 1535–1825. Grupo BBV/Banco Continental, Madrid y Lima.

Fernández Murillo, María Soledad. 2015.  Prendedores, topos y mujeres. Museo Nacional de Etnografía y Folklore, La Paz.

Gero, Joan. “Feasts and Females: Gender Ideology and Political Meals in the Andes”. Norwegian Archaeology Review 25: 15–30.

Murúa, Martin de. 1946 [1590]. Historia del origen y genealogía real de los reyes inças del Perú. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Santo Toribio de Mogrovejo,Madrid. 

Moseley, Michael et al. 2005. “Burning Down the Brewery: Establishing and Evacuating an Ancient Imperial Colony at Cerro Baúl, Perú”. Proceedings of the National Academy of Sciences 102 (48): 17264–17271.

Phipps, Elena. 2004. “Garment and Identity in the Colonial Andes”. En The Colonial Andes: Tapestries and Silverwork, 1530–1830, editado por Elena Phipps, Johanna Hecht y Cristina Esteras Martín, 16–39. The Metropolitan Museum of Art y Yale University Press, New York and New Haven.

Platt, Tristan. 1997. “La flaqueza de una mujer.” Escarmenar Revista Boliviana de Estudios Culturales 2: 40–42.Vetter Parodi, Luisa María y Paloma Carcedo. 2009. El Tupo. Símbolo ancestral de identidad femenina. edición por las autoras, Lima.

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