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Identidad y construcción de género en el mundo andino

Por Bat-ami Artzi

En las últimas décadas hemos presenciado fuertemente cómo se han incorporado nuevas definiciones y categorías de identidad, capaces de dar cuenta de la rica diversidad humana en cuanto a identidades y expresiones de género, así como relativas a orientaciones sexuales. Si bien estos cambios parecen recientes para nuestras democracias, lo cierto es que entre las sociedades indígenas de América existía una gama amplia de categorías de género. Además, hay que considerar que para las comunidades andinas del pasado y del presente, las categorías de masculinidad y femineidad no son categorías fijas y eternas, sino procesos que corresponden al ciclo vital y a diferentes construcciones sociales que cambian y se transforman según el paso del tiempo y los contextos.

Dibujo desplegado de un quero (vaso ceremonial inka) del siglo XVII-XVIII. La imagen de la viuda Chañan Cori Coca visible a la derecha y delineada de este quero muestra a la lideresa en una acción de guerra. En sus manos sostiene una macana y la cabeza de su enemigo decapitado, el guerrero chanca. Estos roles masculinos performados por personas con cuerpos femeninos tuvieron presencia en las comunidades andinas, hasta la llegada de los españoles (Despliegue en base del dibujo hecho por Manuel Chávez Ballón y publicado por Flores Ochoa, Kuon Arce y Samanez Argumedo 1998, 161). 

 

La llegada de los españoles a América y la imposición de formas de entender el mundo occidental provocó fuertes cambios en estas prácticas relacionadas al género entre las sociedades indígenas. Lo que era antes amplio, fluido y en proceso, pasa a reducirse a dos categorías aparentemente opuestas y excluyentes: la masculinidad y la feminidad.

Quero conservado en el Museo Inka, Universidad Nacional San Antonio de Abad, Cusco. De esta vasija se despliega el dibujo de la guerrera presentado en la imagen anterior. (Flores Ochoa, Kuon Arce y Samanez Argumedo 1998 162).   

La intrínseca relación entre género y los ciclos de la vida 

Sin embargo, a pesar del gran choque cultural que provocó en América la llegada de los españoles, lograron persistir en varias comunidades percepciones y prácticas de género que exceden a la biología o al cuerpo físico de las personas, y dan mayor peso a los roles y labores que cumple un individuo, así como también de su potencial para reproducirse. 

Por ejemplo, una investigación realizada en la comunidad quechua de Chuschi, Departamento de Ayacucho, Perú, y en las comunidades aymara del norte de Chile, arrojó que, para estas sociedades, un recién nacido no se considera intrínsecamente como femenino o masculino, sino que nace abierto a lo que el tiempo y la comunidad van construyendo respecto a su identidad de género, hasta llegar a la expresión máxima de feminidad o masculinidad durante su etapa de reproducción, para poco a poco ir dejando atrás esa categoría de género en la fase de vejez (Isbell 1997; Carrasco Gutiérrez 1999).

Asimismo, en el mundo andino existían individuos que en sus categorías de género mezclaban lo femenino y la masculino. Ejemplo de lo anterior son los sacerdotes de cuerpos biológicamente masculinos que vestían prendas femeninas y que servían en diversos templos ubicados desde la costa ecuatoriana hasta, al menos, el Lago Titicaca. Asimismo, parte de sus roles incluía a veces tener relaciones sexuales con curacas u otros sacedotes (Cieza de León 1973 [1553], 166-167, 230; Benavides 2006; Horsewell 2013). 

Erradicar las relaciones sexuales entre dos cuerpos masculinos, así como también aquellas prácticas ejecutadas por cuerpos biológicamente masculinos que sugirieran atributos y acciones asociadas a lo femenino, fue una de las banderas de lucha de los españoles durante la época colonial.  La mirada en torno al género fluido que poseían las sociedades andinas y la practica de relaciones sexuales entre dos cuerpos biologicamente masculinos permitieron a los españoles justificar su colonización y la urgencia por “civilizar” moralmente a los pueblos originarios.Por otro lado, llama la atención que en textos escritos por españoles de la época apenas hay interés o preocupación por individuos con cuerpos biológicamente femeninos que ejercían actos asociados a labores masculinas, o bien que practicaban relaciones sexuales entre sí. Mientras que las relaciones entre cuerpos masculinos fueron castigadas y clasificadas como “pecado nefando” o el “pecado contra natura”, las relaciones entre dos cuerpos femeninos apenas se mencionan explícitamente. Es casi como si para las autoridades religiosas y civiles coloniales no existieran. Ejemplo de lo anterior es la traducción que aparece en el diccionario del misionero dominico Domingo de Santo Tomás (1560, 141v),  de la palabra quechua yanaçani: “abrazarse una mujer con la otra desnudas”; curiosamente, en este caso no incluye ningún juicio negativo a esta acción. 

Página 141v del Léxico quechua de fray Domingo de Santo Thomás en John Carter Brown Library Indigenous Collection: https://archive.org/details/lexiconovocabula00domi

Mujer, guerra y violencia

Evidencias arqueológicas, textuales y artísticas relatan también escenas que involucran a  cuerpos biológicamente femeninos que ejercían la guerra –acaso la mayor expresión de la masculinidad– o que eran poseedoras de armas. Es el caso de la lideresa moche que fue enterrada con veintitrés estólicas (arma lanzada por medio de un propulsor) en el sitio conocido como Huaca Cao (Franco 2008), o de las mujeres enterradas en el mausoleo Wari de Huarmey, que sus ajuares funerarios incluyen la misma arma, así como también hachas (Przadka 2014).En los mitos e historias incaicos encontramos otras mujeres guerreras, una de ellas es Mama Huaco, quien junto con su pareja Manco Capac, conquistaron el valle de Cusco. Algunas versiones de este mito fundacional cuentan que Mama Huaco tenía cualidades masculinas y que peleó ferozmente contra sus enemigos. Sin embargo, fue otra mujer, Mama Ocllo, quien dio a luz al hijo de Manco Capac (Sarmiento de Gamboa 1942 [1572], 47, 65). El nombre de Mama Huaco insinúa en sí su falta de poder reproductivo, ya que una de las traducciones de la palabra aymara huaco es “mujer estéril” (Urbano 1981).

Pintura del siglo XVIII o inicios del siglo XIX titulada “El gran Nusta Chañancoricoca [A]buela de los doze Yngas destos Reinos del Perú”. Museo Inka, Universidad Nacional San Antonio de Abad, Cusco (78 X 65 cm). Foto tomada de Purin (1991, 371).

Otra mujer masculina que aparece en la tradición inka es Chañan Cori Coca, una lideresa militar que junto a los habitantes de su barrio lograba hacer retirar a los chancas, grandes enemigos de los inkas. El cronista indígena Santacruz Pachacuti (1995 [1613], 61) cuenta que, además de pelear como mujer varonil, Chañan Cori Coca fue viuda, un estado que de alguna forma asemeja la esterilidad, ya que –al menos simbólicamente– reduce la posibilidad de reproducirse. La imagen de Chañan Cori Coca fue plasmada en dos copas de madera o queros, y también en un cuadro colonial. En estas narrativas visuales, vemos a la heroína incaica portando un arma en una mano y en la otra sosteniendo la cabeza decapitada de un guerrero chanca.

Todas estas mujeres masculinas, como los hombres femeninos y otras categorías mixtas y fluidas, tienen mucho que decirnos sobre la amplia diversidad de género que existió y sigue existiendo en el mundo andino. Celebremos, pues, en el mes del orgullo, las diversas formas de ser, de parecer, de desear y amar diferentes cuerpos y personas.

Bibliografía: 

Artzi, Bat-ami (2022). “Almost Like the Amazons: The Masculine Woman Warriors in Central Andean Art and Tradition (seventh – eighteenth century C.E.)”. Latin American and Latinx Visual Culture 4 (3):54–74. https://doi.org/10.1525/lavc.2022.4.3.54

Benavides, Hugo O. (2006). “La representación del pasado sexual de Guayaquil: historizando los enchaquirados”. Iconos. Revista de Ciencias Sociales 24: 145-160. 

Cieza De León, Pedro.  (1973 [1553]). La crónica del Perú. Lima: Ediciones PEISA. 

Carrasco Gutiérrez, Ana María (1998). “Constitución de género y ciclo vital entre los Aymaras contemporáneos de Chile.” Chungara 30 (1):87-103. 

Flores Ochoa, Jorge , Elizabeth Kuon Arce y Roberto Samanez Argumedo  (1998). Qeros, arte inka en vasos ceremoniales. Lima: Banco de Crédito del Perú. 

Franco, Régulo (2008). “La señora de Cao.” En Los señores de los reinos de la luna, editado por Krzysztof Makowski. Lima: Banco de Crédito.

Horswell, Michael (2013). La descolonización del “Sodomita” en los Andes coloniales. Quito: Ediciones Abya-Yala. 

Isbell, Billie Jean (1997). “De Inmaduro a duro: lo simbólico femenino y los esquemas andinos de género”. En Más Ellá del Silencio las Fronteras de Género en los Andes, editado por Denise Y. Arnold, 253-300. La Paz: Biblioteca de Estudios Andinos.

Przadka Giersz, Patrycja (2014). “Ajuar personal: las mujeres de la élite wari y su atuendo.” En Castillo de Huarmey, editado por Milosz Giersz y Cecilia Pardo 100-127. Lima: MALI.

Purin, Sergio. 1991. Los Incas y el antiguo Perú: 3000 años de historia, vol. II. Madrid, Lunwerg y Barcelona: Centro Cultural de la Villa de Madrid. 

Santacruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua, Juan de. 1995 [1613]. Relación de antigüedades deste reyno del Pirú. Lima: Fundo de Cultura Económica S.A. de C.V.

Santo Tomás, Domingo de (1560). Léxico Quechua de Fray Domingo de Santo Thomas. En John Carter Brown Library Indigenous Collection-

https://archive.org/details/lexiconovocabula00domi

Sarmiento de Gamboa, Pedro. 1942 [1572]. Historia de los Incas. Buenos Aires: Colección Hórreo, Emecé Ed.Urbano, Henrique. 1981. Wiracocha y Ayar. Héroes y funciones en las sociedades andinas.  Cusco: Centro de estudios rurales andinos Bartolomé de las Casas.

Urbano, Henrique. 1981. Wiracocha y Ayar. Héroes y funciones en las sociedades andinas.  Cusco: Centro de estudios rurales andinos Bartolomé de las Casas.

 

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