La fragancia de nuestra madre coca
La hoja de coca (Erythroxylum), ha formado parte de la vida cotidiana de muchos pueblos andinos de ayer y de hoy. Su consumo tiene profundas raíces sociales, económicas y religiosas. Está presente en las ceremonias de ofrendas y en diversos rituales, y es muy valorada en el reconocimiento y mantención de lazos sociales. También es muy importante en la nutrición, pues la hoja de coca es más alta en calorías, carbohidratos y proteínas que el promedio de muchos otros vegetales comestibles. Tiene, además, propiedades medicinales. Los alcaloides de la coca actúan como un moderado estimulante que ayuda a combatir el hambre, el dolor, el cansancio y a mitigar el ‘mal de altura’. La coca se consume mascando sus hojas hasta formar un bolo que se aloja en la mejilla, acto que se conoce en los Andes como acullico o chacchado. La evidencia más antigua de su uso es de hace ocho mil años y se encuentra en el sitio de Las Pircas, Valle de Chancoc, del norte de Perú.